Hace algunos unos años atrás cuando vivía en Panamá, trabajaba en una oficina haciendo ventas. Como hoy día todo funciona por Internet era vital que este funcionara correctamente para seguir nuestras labores. Pero en una ocasión, la conexión se había perdido. Hubo un apagón y al regresar la luz, una pieza importante del router se había quemado y no había cómo resolver el problema en aquel momento. Como el mal humor y el stress se sentía en el aire, preferí salir a comprar algo de café y entré a un local nuevo que había inaugurado ese mismo día junto a la oficina.
Al entrar noté que la felicidad del dueño irradiaba por todo el local. Sus ojos se hacían pequeños debido a la enorme sonrisa que tenía mientras les brindaba dulces de bienvenida a los nuevos clientes. En seguida mi humor cambió. En ese momento, pude realmente entender que los buenos gestos y lo que reflejas puede contagiarse a los demás.
Luego de comprar el café regresé a la oficina y decidí hacer un experimento. La persona más tensa parecía ser el gerente y a todos nos estaba pegando su mal humor. Por lo tanto, escribí una pequeña nota y la dejé en su escritorio sin firmar. La nota decía, “Vamos a salir de esta situación pronto =)”. Junto a la nota, puse un chocolate de los que el alegre dueño de la tienda de a lado me había regalado. ¡Era increíble! Luego de haber visto la nota, el gerente sonrió, su semblante cambió y el ambiente se sentía más tranquilo.
¿Por qué las sonrisas son contagiosas?
“Estudios previos habían demostrado que cuando observamos una cara sonriente se activa un grupo de células nerviosas llamadas neuronas espejo, que nos impulsan a sonreír. El fenómeno es evidente en los bebés, que sonríen a quien les sonríe.” (La Nación, Argentina)
Pero las cosas van más allá de solo sonreir; tenemos un cerebro ‘sociable’ que responde a las emociones que le rodean. Esto incluye emociones tanto positivas como negativas. Como te sientas emocionalmente, va afectar como te sientas físicamente!
0 Comentarios