A menudo, las personas etiquetan sus emociones como buenas o malas, en lugar de permitirse sentirlas y aprovecharlas al máximo. El miedo por ejemplo, es un instinto de supervivencia y guía nuestras respuestas de lucha o huida. El miedo intensifica tus sentidos, te mantiene alerta y te ayuda a prepararte. Ser valiente es tener miedo y la gente tiende a pensar que no lo es. Sin embargo, la delgada línea entre ser valiente e imprudente es cuando tomas una acción sin pensar previamente sobre sus consecuencias. Cuando eres valiente, reconoces que tienes miedo, pero también sabes que hay algo más importante y actúas a pesar de esos sentimientos. ¿Estaríamos aquí si nuestros ancestros dejaran que su miedo los controlara, en lugar de salir a cazar su próxima comida? Aunque el miedo es normal, la sociedad ha evolucionado y la mayoría no presentan una amenaza física. Si tienes miedo de dar el siguiente paso en tu vida, es porque te sacará de tu zona de confort. Nuestra mente está diseñada para pensar en miles de posibilidades para evitar los peores escenarios. Entonces podríamos controlar nuestros miedos y sacar lo mejor de ellos, o podríamos dejar que el miedo nos controle y nos impida hacer lo que deseamos. El crecimiento es doloroso pero necesario.
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